martes, 27 de febrero de 2007

Epoca del Porfiriato



La época porfiriana se prolonga durante treinta y cinco años (1876-1911). Se desenvuelve bajo el lema: "paz, orden y progreso". La base de su política es la idea de la conciliación y su influencia bienhechora repercute principalmente en las ciudades importantes de la República. Conciliadora por cuanto favoreció a los grandes propietarios y terratenientes en un difícil compromiso con los grandes ideales políticos y sociales del movimiento de Reforma. Política urba­nista, por cuanto las grandes mejoras materiales no traspusieron, en términos generales, el perímetro de las ciudades, incluso en los dominios de la educación.
En la política económica tuvieron señalada influencia los capitalistas extranjeros. Un hecho puede ilustrar a satisfacción este aserto: la construcción de los ferrocarriles, que caracteriza tan elocuentemente los orígenes del capitalismo industrial. Así como las ciudades en la época de la Colonia se fundaron a manera de obligada consecuencia de las necesidades de la minería, el trazo de los ferrocarriles se planteó y realizó, en la época porfiriana, tomando en cuenta los intereses de los grandes inversionistas extranjeros. En muchos aspectos esta política redundó en perjuicio de los grandes grupos. Es cierto: se multiplicaron las vías férreas y los telégrafos y se mejoraron y se multipli­caron las obras públicas; pero se ejerció, en contra del proletariado y del campesinado, no pocas veces, la llamada mano de hierro, la represión cruel y violenta y en contra de todo lo que parecía significar una alteración del orden y de la marcha de la administración.
Por fortuna, hubo durante esta época hombres de Estado que mantuvieron por manera resuelta los grandes ideales de la Reforma, y con diáfana y heroica actitud señalaron siempre el camino de las reivindicaciones y de la evolución histórica de México. Pero sólo contaron con el instrumento de la educación, que, por otra parte, había de compaginarse, en cierto modo, con la política dominante del porfirismo.
Con todo, aprovechando la propaganda, muchas veces postiza, de una polí­tica liberal al servicio de la unidad e intereses nacionales, los grandes pedago­gos y los más destacados políticos de la educación lograron crear importantes y fecundas instituciones, que en pocos años coadyuvaron a minar la vieja es­tructura política del país.
En este orden de realizaciones aparece la Escuela Modelo de Orizaba, gra­cias a los esfuerzos conjuntos de los pedagogos Enrique Laubscher y Enrique C. Rébsamen.
El ensayo de la Escuela Modelo de Orizaba tuvo excelentes repercusiones en todas partes. De inmediato, como consecuencia de ello, se fue propalando y realizando la idea de la reforma de la escuela elemental en la República. El maestro Carlos A. Carrillo tuvo en este esfuerzo el papel preponderante.
Para ventura de estos sucesos pedagógicos, dos grandes políticos de la educación (Baranda y Sierra) tomaron a su cargo la orientación política y social de la enseñanza en la época porfiriana. Su acción política se tradujo en el nacimiento de muy importantes instituciones pedagógicas (Escuelas Normales, Congresos de Instrucción, Consejo Superior de Educación, Restablecimiento de la Universidad, etcétera).
Así fue posible que se lograran nuevos desarrollos en la teoría pedagógica y, paralelamente, fecundas repercusiones en los dominios de la práctica do­cente, bien que por desgracia no fueron hasta los centros rurales, como ya lo pedían importantes pedagogos de la época, entre los cuales destaca la figura de Gregorio Torres Quintero.
En cinco comprensivas unidades puede ser tratado el desarrollo de la educación durante esta época:

1. La Escuela Modelo de Orizaba.
2. La reforma de la escuela elemental.
3. Los grandes eventos pedagógicos bajo la acción política de Joaquín Ba­randa
4. La obra de Justo Sierra como ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes.
5. Nuevos desarrollos de la teoría pedagógica y sus repercusiones en la práctica docente.