lunes, 5 de marzo de 2007

1. Joaquín Baranda, ministro de justicia e instrucción Pública (1882)

1. Joaquín Baranda, ministro de justicia e instrucción Pública (1882).-La influencia de Rébsamen y Carlos A. Carrillo tuvo un carácter técnico-pedagógico, fundamentalmente. La orientación política y social de la enseñanza en la época porfiriana fue obra de! grupo de los positivistas y de los grandes polí­ticos de la educación.
La doctrina positivista lleva en su médula propósitos de socialización. En México esperaban los positivistas la revolución industrial para llamar a las filas de su movimiento al proletariado. Así se comprende la posición progresista de la política educativa de Joaquín Baranda y de Justo Sierra, los dos hombres que en el grupo de los "científicos" ocuparon siempre los puestos de avanzada.
El licenciado don Joaquín Baranda se hizo cargo del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública en septiembre de 1882. Tenía ante sí la tarea de realizar pronta y eficazmente las públicas y reiteradas exigencias que en materia de educación los pedagogos de fines del siglo habían hecho circular por todo el país. Y Baranda estuvo a la altura de su elevado cargo: comprendió, con desusada perspicacia, el problema de la educación nacional y tuvo la requerida habilidad política para planteado y resolverlo en la medida que lo permitieron las circunstancias históricas de la época. Estaba convencido de que la educa­ción es factor imprescindible en el progreso y bienestar de los hombres; de que la escuela, por ende, en un país democrático, debe llevarse a todos los confines de la patria, pues sólo por este medio es posible crear la verdadera unidad na­cional; pero de que esto no es posible, si antes no se fundan instituciones ade­cuadas para la formación de maestros y un órgano administrativo que venga á controlar y uniformar la enseñanza. "La instrucción pública, dice Baranda, en la Memoria presentada al Congreso en marzo de 1887, está llamada a asegurar las instituciones democráticas, a desarrollar los sentimientos patrióticos y a rea­lizar el progreso moral y material de nuestra patria. El primero de esos deberes es educar al pueblo, y por esto, sin olvidar la instrucción preparatoria y profe­sional que ha recibido el impulso que demanda la civilización actual, el Ejecu­tivo se ha ocupado de preferencia de la instrucción primaria, que es la instruc­ción democrática, porque prepara el mayor número de buenos ciudadanos; pero, comprendiendo que esta propaganda civilizadora no podría dar los resultados con que se envanecen las naciones cultas sin formar previamente al maestro, ins­pirándole la idea levantada de su misión, el Ejecutivo ha realizado al fin el pensamiento de establecer la Escuela Normal para Profesores".

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